Técnicas de joyería tradicionales y artesanales

¿Alguna vez te has preguntado cómo hacemos nuestras joyas de autor? En Arnald Joies combinamos técnicas tradicionales y artesanales con algunas de las más actuales para crear piezas únicas. Sea como fuere, elaboramos cada una de nuestras joyas con dedicación y experiencia. En este artículo te contamos cómo hacemos un anillo con algunas de las técnicas de joyería tradicionales.

Como ya hemos dicho en más de una ocasión, a nosotros nos encanta combinar todas las técnicas que tenemos disponibles (tanto artesanales como modernas) para poder crear joyas que, además de estéticas, sean cómodas de llevar y representen algo especial para la persona que nos la encarga. Para conseguirlo, a parte de las técnicas más tradicionales, también utilizamos el diseño en 3D, que nos abre un abanico de posibilidades enorme a la hora de diseñar nuevas piezas, tanto para la joyería que tenemos disponible en nuestra web como para la joyería personalizada.

Hoy nos vamos a centrar en las técnicas artesanales y tradicionales que utilizamos a diario en nuestro taller de Barcelona, y, para ilustrarlas, seguiremos el proceso de creación de un anillo, de principio a fin. ¿Nos acompañas?

Fundición del metal

Lo primero que necesitamos para elaborar nuestro anillo es el metal (plata, oro de varios colores o platino). Tal como te explicábamos en este artículo, en Arnald Joies utilizamos plata, oro y platino que provienen de un proceso de reciclado y afinado para crear nuestras piezas. El primer paso, pues, es fundir el metal y convertirlo en un lingote. Esto lo hacemos con un soplete que funciona con gas y oxígeno y que nos ayuda a fundir el metal de forma segura en un crisol. Luego, cuando ya está líquido, lo volcamos en una lingotera. Ver cómo el metal se va fundiendo con el calor del fuego es un proceso hipnótico, que nuestras parejas del Taller de Alianzas tienen la posibilidad de experimentar.

Laminado y trefilado

Cuando tenemos nuestro lingote de oro o de plata, el siguiente paso es darle forma para poder empezar a crear la pieza. Depende de lo que queramos hacer, tendremos que laminarlo (ponerlo plano) o trefilarlo (convertirlo en hilo). Para hacer el anillo que os mostramos en el vídeo, primero trefilamos y luego laminamos el lingote hasta conseguir una tira plana. Así, obtenemos el ancho y grosor que necesitamos para nuestro anillo.

Modelaje con alicates

Una de las herramientas que los joyeros idolatramos son los alicates. Hay de muchísimos tamaños y formas: planos, redondos, planos por una punta y redondos por la otra, de media caña, anchos, estrechos, estriados… ¡Son infinitos! En cualquier taller de joyería hay, por lo menos, 15 o 20 alicates diferentes. Aparte están todos los que tuneamos para trabajos específicos.

Los distintos tipos de alicates nos sirven para modelar el metal de distintas formas. En el caso del anillo que estamos poniendo como ejemplo, usaremos unos alicates planos con media caña para redondear la tira de oro que hemos hecho y juntar los dos extremos lo mejor posible. Para que el próximo paso nos salga bien a la primera, estos extremos deben encajar perfectamente.

Soldadura

Ahora ya tenemos lo que será el brazo (es decir, el aro) de nuestro anillo, y lo siguiente es soldarlo para que no se abra una vez colocado en el dedo. En joyería, para soldar el metal tenemos varias posibilidades: lo habitual es usar un soldador a fuego, parecido al de fundir, pero más sencillo y menos potente. Otras opciones son la soldadura con láser y la soldadura por puntos.

En el anillo que os mostramos hoy, para soldar usamos soldadura de oro (del mismo color que el anillo que estamos elaborando). La soldadura es una aleación del mismo metal que queremos soldar, pero con la particularidad de que funde un poco antes que el metal de la pieza que vamos a soldar. Por tanto, cuando aplicamos calor al anillo, este se soldará justo un poco antes de fundirse. Las soldaduras de este tipo son muy fuertes, resistentes incluso al mecanizado. Una vez hecho esto, ¡ya tenemos nuestro anillo soldado!

Forja

En este punto ha llegado el momento de dar la forma definitiva a nuestro anillo. Por un lado, hay que ponerlo bien redondo para que entre perfectamente en el dedo. Para este paso, utilizamos una lastra (que es un cono de acero largo), que nos sirve para redondear cualquier talla de anillo. Golpeamos el metal con un martillo de nylon para darle la forma redonda sin deformarlo por fuera.

Después, repetiremos este paso con un martillo metálico para darle más consistencia.

Acabados: limado, esmerilado, pulido

Se trata de uno de los pasos más delicados y que requieren de más experiencia para la joyería hecha a mano. Sea cual fuere el acabado que queremos para nuestro anillo, hay que quitarle las rayas, golpes y marcas que nos puedan haber quedado en los pasos anteriores. Empezamos con limas y limatones, con grano de más a menos grueso. Después, pasamos el papel de esmeril (también, de mayor a menor grosor de grano) y, finalmente, acabamos con la pulidora, primero con pastas para desbastar y finalmente con pastas de brillo.

Como ves, se trata de un proceso muy laborioso que lleva bastante tiempo, pero, con todos estos procesos de limado y esmerilado, nos aseguramos de que nuestro anillo no tenga ni una raya y presente un acabado perfecto.

Acabados: texturado

Si lo que queríamos era un acabado de brillo como un espejo, ya no tenemos que hacer nada más después de pulir nuestro anillo. Sin embargo, si queremos otro tipo de acabado, ¡ahora viene lo divertido! Crear texturas a mano es una de nuestras debilidades. Se puede hacer con infinidad de accesorios y herramientas, desde una lija diamantada hasta un martillo redondo. Las posibilidades son infinitas. Podemos conseguir acabados pulidos mate, rayados sutiles, rayados no tan sutiles, contrastes de texturas… ¡Lo que queramos!

En este punto, ya tendríamos nuestro anillo terminado (de hecho, un poquito más abajo encontrarás un vídeo con todo el proceso), pero queremos comentar dos técnicas más que solemos emplear de forma artesanal en muchas de nuestras piezas: el engaste y el grabado.

Engaste

Como ya sabes, no todas las piezas de joyería llevan gemas engastadas, pero cuando las llevan, el engaste es imprescindible. Como te has imaginado, el engaste es la técnica que se utiliza para clavar gemas en el metal de forma que queden bien sujetas y no se muevan con el paso del tiempo. Puede ser desde un solo diamante en talla brillante para un anillo de pedida hasta una gran cantidad de piedras para hacer lo que se denomina un pavé. Esto se puede conseguir con varios tipos de engaste; los más habituales son en bisel, con garras, en carril y a nivel.

El engaste es una tarea de valor incalculable, porque, además de requerir una precisión extrema, hay que tener mucha experiencia. Es tan difícil, que algunas personas se dedican exclusivamente al oficio de engastador (que también se denomina clavador). En Arnald Joies contamos con dos profesionales que nos ayudan con este proceso para asegurarnos de que los engastes en nuestras joyas son de la mayor calidad.

Grabado

Otro proceso que no es siempre imprescindible es el grabado. A pesar de que existen grabadoras a láser capaces de “imprimir” cualquier cosa en el metal (por ejemplo, nombres o fechas en el interior de las alianzas o dibujos en la parte superior de los anillos sello), en Arnald Joies nos decantamos siempre por el grabado a mano mediante buril, que es como un cuchillo muy afilado con una precisión increíble. Como pasa con el engaste, es una técnica que requiere muchos años de práctica y experiencia para alcanzar un nivel profesional. Por eso nosotros contamos con uno de los mejores grabadores a buril de la Península para hacer los grabados de nuestras joyas personalizadas. Como siempre decimos, un grabado a mano garantiza que esa pieza es una joya única.

En este artículo hemos visto algunas de las técnicas más habituales para elaborar joyas artesanales, ¡pero son solo algunas! La verdad es que podríamos decir que, en joyería, hay tantas técnicas tradicionales como joyeros, porque, como en muchísimos campos, cada maestrillo tiene su librillo.